Brasil, las diferentes formas de violencia contra la mujer persisten y han aumentado, y
las mujeres negras son las más afectadas por la violencia doméstica
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Otro contexto relevante que nos afecta como educadores es la salud mental en el
contexto universitario. ¿Cómo es la salud mental en nuestro entorno académico? ¿Cuál
es el papel de la universidad y de cada uno de nosotros en la promoción de la salud
mental de los estudiantes, los profesores, los empleados y la sociedad?
Vivimos, en el ámbito académico, un momento de productividad tóxica, sin espacio para
la creación fuera de los modelos internacionales de producción de conocimiento. Nos
hemos estado enfermando como practicantes del modelo cognitivo autolimitante de la
comunidad científica, esto hace que la comunidad no se dé cuenta de que su capacidad
para actuar sobre la realidad es mucho mayor de lo que dicho modelo presupone. La
tecnociencia capitalista, enfocada en satisfacer los intereses de la economía global, muy
bien diseñada y arraigada principalmente en los estudios de posgrado, compite con la
experiencia tímida y aún embrionaria de la ciencia solidaria, basada en la perspectiva
crítica de la educación y enfocada en satisfacer las necesidades colectivas. En nuestras
aulas, vemos estudiantes de grado y posgrado con síntomas de ansiedad, angustia,
depresión, desesperanza e ideación suicida, mientras que entre los profesores
observamos depresión, irritabilidad, trastornos del sueño, agotamiento, ira, uso de
tranquilizantes y otros síntomas.
La construcción de escenarios alternativos es fundamental para que podamos superar la
crisis de capital manifestada por la pandemia. Nuestra vida interior pasa por la búsqueda
de conocimiento/mercancía, nos deshumanizamos, nos sacrificamos y nos volvemos
adictos al trabajo con orgullo; compulsivos, ansiosos y agitados con vanidad. Tampoco
nos ubicamos en el espacio-tiempo y alienadamente soñamos con una existencia infinita.
¿Éramos saludables antes de la pandemia? ¿El mundo se está volviendo anormal?
Eternamente excluidos unos de otros, sin tiempo para cielos estrellados ni para pisar la
tierra mojada. ¿Es posible experimentar la sensación de integración lejos de la
naturaleza? Sin esa conexión con la Tierra, ¿es posible obtener la energía necesaria para
desarrollar nuestros dones, habilidades y talentos naturales? ¡No es necesario!
Disponemos de modelos, procesos, rutinas y protocolos que nos permiten producir un
poco más, o mucho más, de lo mismo. Sin esa conexión con la Tierra, con las personas y
con sus maravillosas diferencias, muchos planes y sueños desaparecerán porque no
encontrarán la forma de manifestarse. Solo a través de la conexión con el otro y con la
Tierra podemos mantener activa la capacidad de crear infinitamente.
¡Más que nunca, necesitamos humanizarnos! ¡Necesitamos saber cuidar! Cuidar el
planeta, al otro, saber cuidarnos a nosotros mismos, nuestras emociones y nuestros
afectos. Compartir sueños, imaginar el mañana, el devenir colectivo, sobrevivir ...
¿Estamos ante una nueva era? Probablemente sí.